jueves, 21 de abril de 2011

Africana


Que fue de aquella brisa seca africana que corrió en la piel de aquella negra que dejo su tierra, de aquella negra que cazada como una liebre en los montes fue castrada desde alma y despellejada de su gente.
Aquella africana con piel oscura y de sangre pura, sangre de la cual una vez, como de las aguas subterráneas brotaron los manantiales, broto la humanidad.
¿A quienes llamaban animales? Animal fue el que te apreso, no fue tu hijo, ni tu hermano ni tu padre. Animal fue el que te asesino en aquellos actos carnales que envenenaban tu alma de rabia y angustia, cosas que jamás olvidaste y sin duda hoy en tu memoria eterna siguen intactas.
En tu eterna vida al otro lado de nuestro mundo te preguntaras qué quisieron civilizar.
Recuerdas tu danza alrededor de las llamas que imitaban las formas de Shango, Elegua y Oduduá. De tus cantos y rezas al viento que envolvían tu alma y la elevaban a lo mas alto hacia el reino de tus Orishas preciados.
Tu, que confiaste en ellos y sobreviviste atada en el fondo de un barco de carga con olores e infecciones que comían tu mente, que alimentaban tu dolor. Que viste como atados caían hacia el fondo del mar tus hermanos enfermos.
Que Dios lo permitía, ese al que eras obligada a creer, ese que era el verdadero. Tu adorabas a tus Orishas, adorabas y respetabas la naturaleza, quienes eran ellos para decir que tus Dioses eran menos, que eran paganos.
Ni siquiera las fieras más temibles de tu tierra igualaban la crueldad de esa raza blanca que hería tu tierra, que sumergía en las penumbras tu continente y lo dejaba sangrando todo a su paso.
Tu que viste tu linaje desaparecer en un tronco bajo latigazos, bajo torturas infrahumanas.
Africana fiel guerrera, con el alma blanca con verdadero corazón, con un corazón salvaje con sentimientos.

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